Castilla León nos recibe con nieve

16 de enero
Noveno día en el Camino
Grañón-Villafranca Montes de Oca.  27,8 kmts.

Castilla León nos recibe con nieve

Dejamos Grañón, último pueblo de la Rioja y nos alejamos del Cerro de Mirabel que como un pequeño Mont Ventoux, vigila estas tierras, en otros tiempos, de frontera entre Navarra y Castilla.

Todavía de noche, cae una fina agua-nieve que nos obliga a ponernos los chubasqueros, al tiempo que cubrimos las mochilas con sus correspondientes ponchos. Según vamos caminando hacia el alto donde un cartel anuncia que entramos en tierras castellanas, la lluvia se va transformando en pequeños copos de nieve y ya, llegando a Redecilla del Camino, la nevada empieza a ser seria.



Las tierras de cereal que han venido cogiendo el relevo a los viñedos, se van cubriendo de nieve. Ahora apenas sobresale por encima del blanco manto, las finas hojas verdes del incipiente trigo y los campos se van tiñendo del color de Andalucía.




Lo que en principio iba  a ser una jornada más en el Camino, sin más atractivo que el ir acercandonos a las tierras de los Montes de Oca, se convierte para nosotros, gracias a la nieve, en un día muy, muy especial. En pocas ocasiones, Antonio me dice que él nunca, hemos vivido una nevada como esta. Caminar por estos senderos, siendo testigos directos de como se transforman campos y veredas a medida que se van cubriendo de nieve, resulta casi emocionante.

Desayuno en Castildelgado y en un rincón del pueblo, Antonio enfoca su cámara a un rincón que aún mantiene una estampa navideña.




La nieve sigue cayendo. Llevamos ya varias horas caminando y no ha dejado de nevar. Lo cierto es que no nos resulta penoso, todavía no. Las pistas y senderos aún no se han embarrado y esto nos permite mantener un buen paso al caminar. La monotonía de estas pistas, se ve rota por la belleza de los campos que, poco a poco, se van tiñendo de blanco.




Es casi la hora de comer cuando llegamos a Belorado y empezamos a estar muy cansados. El descanso y la comida nos ayuda a seguir en el Camino. Ahora sin embargo, caminar empieza a ser cada vez más penoso. A cada paso un poco más de barro se va adhiriendo a las botas y estas cada vez, pesan más. Una última parada en Espinosa para calentarnos con un café y hasta Villafranca Montes de Oca a descansar para mañana.

La nevada ha dotado a esta jornada de algo especial. Al menos para nosotros, así ha sido,  pero por primera vez desde que salimos de Reoncesvalles, estoy muy cansado. Me duelen especialmente, las piernas y la espalda. A pesar de todo, ha merecido la pena y, aún sabiendo como me iba a afectar, sin duda alguna, la repetiría.