El Viento


13 de enero
Séptimo día en el Camino
Logroño-Nájera.    30, 7 kmts.

El Viento

A las 7 30 h., una hora antes de lo que lo venimos haciendo habitualmente, empezamos nuestro caminar de hoy. Los más de treinta kmts. que  nos separan de Nájera, hacen aconsejable que preveamos una jornada larga.

El tiempo empieza a cambiar. El día despejado, sin la niebla que nos ha venido acompañando los últimos días, amanece con un viento; unas veces suaves, otras en fuertes rachas, que a las bajas temperaturas añadan una sensación térmica de aún más frío.

Abandonamos Logroño, todavía de noche, a la luz del alumbrado publico, para cruzar el parque de San Miguel. Agradable parque urbano con espacios muy abiertos por el que llegamos al andadero/carril bici que nos conduce hasta el parque de La Grajera. Los últimos tramos del andadero flanqueados por pinos y cipreses, le dan a esta vía un aire muy singular.

Entre la travesía urbana de Logroño, cruzar el parque de San Miguel y llegar al embalse de la Grajera, hemos recorrido más de 5 kmts., una buena parte de ellos, acompañados por caminantes y ciclistas que muy de mañana, hacen sus ejercicios diarios.

Acometemos las primeras rampas para salvar el Alto de la Grajera con un fuerte viento de cara. La suave pendiente, en modo alguno exigente, permite un ascenso cómodo, ¡si no fuera por el viento!. Hoy, sin duda, la jornada estará marcada por el viento.
Desde el alto hay una bonita vista hacia Logroño, árboles, el embalse y al fondo, la ciudad. El camino hasta Navarrete, no nos ofrece ningún atractivo singular. Una pista paralela a la carretera, hasta que cruzamos esta para bajar a esta importante población riojana. A la entrada de Navarrete, llama nuestra atención los restos de lo que según informa un panel allí mismo, fue un antiguo hospital de peregrinos, el de San Juan de  Acre. 
Desayuno en Navarrete en compañía de otros caminantes con los que venimos coincidiendo estos días y retomamos el Camino hacia Ventosa.

Salimos de Navarrete, pueblo señero del Camino y de la alfarería riojana, y al pasar junto al cementerio admiramos la portada románica de la iglesia del antiguo hospital que, fue desmontada y trasladada a la fachada del campo santo.
Hasta Ventosa la ruta se me hace monótona. La ancha pista por la que caminamos entre viñedos y más viñedos, por un terreno abierto, sin nada que amortigüe el fuerte viento de cara, es testigo de mi andar cansino. Este es uno de esos tramos del Camino que, para los creyentes, invita al "Camino Interior". Yo por mi parte me conformo con algo màs terrenal y me sorprendo a mi mismo sonriendo solo, acordandome de los progresos en el fútbol de Migue, de las pequeñas manos de Nelly "acariciando" su violín, de las travesuras de Lucía y de como me mira mientras la ayudo a columpiarse, de la habilidad de Jose modelando el barro y de la carita  de Pablo cuando mira a su madre. Como podéis adivinar los que no me conocéis personalmente, todos ellos son mis nietos.

Llegamos a Ventosa que nos recibe haciendo honor a su nombre. Tras un ligero refrigerio y habiéndonos aprovisionado de sendos bocadillos, reemprendemos  la marcha.  El Alto de San Antón, casi no más que una   "tachuela", sirve no obstante para romper la monotonía, lo que celebramos sin reservas. Coronar el Alto nos proporciona una vista sobre el valle del Najerilla y además, ya empezamos a ver Nàjera.
Llevamos andado ya 25 kmts. cuando pasamos al pie de otro alto, el Poyo de Roldán, y un poco más allá, una construcción circular que antaño sirvió para cobijo de los agricultores. Aprovechamos para comer los bocadillos que llevamos y descansar para acometer el último tramo de esta larga jornada.
Llegamos a Nájera y, a pesar del cansancio, Antonio todavía tiene ánimos para ir a fotografiar el monasterio de Santa María la Real, alrededor del cual giró la vida de esta villa durante no pocos años.
En fin, una larga caminata. Un día entre viñedos. Una jornada más en el Camino.